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martes, 5 de septiembre de 2023

Santa Escolástica y San Benito

 Santa Escolástica y San Benito

Santa Escolástica fue la hermana gemela de San Benito y es la santa patrona de los estudiantes. Nació en el año 480 en Nursia, Italia.
Fue superiora de un convento de monjas que fundó cerca del convento fundado por su hermano en Montecassino, este convento sería la rama femenina de la orden de San Benito.
San Benito iba a visitarla una vez al año porque las reglas que él mismo redactó eran muy estrictas. El día de la visita lo pasaban hablando de las cosas que pasaron, temas espirituales y de cómo ayudar a los demás. El primer jueves de cuaresma del año 547 fue su hermano a visitarla, y después de pasar juntos el día entero, el Santo se despidió y se dispuso a volver al monasterio, pero Escolástica le pidió que se quedara aquella noche charlando con ella acerca del cielo y de Dios, porque temía que no viviría hasta su próxima visita.
Benito le contestó que el reglamento prohíbe pasar la noche fuera del convento, ella insistió pero él no aceptó. Entonces ella juntó sus manos y se quedó con la cabeza inclinada orando a Dios, y en seguida se desató una tormenta tan espantosa y violenta, que San Benito y los dos monjes que lo acompañaban no podían siquiera intentar volver al convento.
San Benito creyendo que su hermana atrasó su salida se quejó “Dios te perdone lo que has hecho” y la Santa le dijo “te rogué que te quedaras y no quisiste escucharme, le rogué a Dios y él me respondió” Benito se quedó impresionado y pasó toda aquella noche con su hermana charlando.
En esa conversación Escolástica le preguntó a Benito “¿qué se necesita para ser Santos?” y San Benito le respondió “una sola cosa, querer”
Benito volvió a su convento de Monte Casino y a los tres días, al asomarse a la ventana vio una blanquísima paloma que volaba alrededor del edificio del convento y que luego desapareció en el cielo, entonces supo que era el alma de su hermana que viajaba hacia la eternidad.
Envió a unos de sus monjes a que trajeran su cadáver y lo hiso enterrar en la tumba que se había preparado para él mismo. Pocos días después murió también San Benito y fue enterrado en el mismo lugar.
Que estos hermanos nos sean un ejemplo de la importancia de la familia, y que a Dios le agrada más que pasemos un buen tiempo con ellos a que sigamos unas simples reglas.

Ronaldo Pereira

 Ronaldo Pereira


Fue un joven misionero de la Comunidad de Vida Shalom. Falleció el 17 de febrero de 1995 al volver de una misión en Natal. Ronaldo fue uno de los responsables del vigor del Proyecto Juventud para Jesús (organización pastoral de Shalom cuya misión es evangelizar a los jóvenes con osadía y creatividad), en sus primeros años, a principios de 1990.
Ronaldo Pereira da Silveira nació el 30 de agosto de 1970 en Fortaleza (Ceará). Era un joven como cualquier otro, pero con un muy fuerte deseo de cambiar el mundo. Estudió administración y se ocupó de las empresas de su padre.
Involucrado en la ideología marxista (por haber leído muchos libros de este tipo), se convirtió en comunista, hasta el día en que, llevado por su madre a una reunión de oración, tuvo la experiencia con la persona de Jesucristo que revolucionó su vida.
Con 18 años decidió dejarlo todo para ofrecer su vida y juventud a la evangelización de otros jóvenes, como misionero de la Comunidad Católica Shalom.
Ingresó en la obra Shalom en 1988 y en 1991 en la Comunidad de Vida.
De buen humor y muy organizado, como decía su madre Socorro Pereira, tras su conversión, el joven comenzó a tener un gran respeto y devoción por Nuestra Señora, incluyendo en la Comunidad el icono María Porta do Céu y la Consagración a Nuestra Señora según el método de San Luis María Grignion de Montfort.
Le encantaba San Pablo y Santa Teresita del Niño Jesús.
Una de sus grandes enseñanzas es su palabra de sabiduría conocida como “violencia del corazón”.
Esta violencia que viene del Amor y lleva al Amor la vivía él todos los días, ya sea en su penitencia de comer algo que no le gustaba, o en la sonrisa siempre en sus labios, aunque su corazón llorara. Muchos con los que él había hablado de ese tipo de violencia y pureza lo notaron, pero permanecieron en silencio como señal de respeto, arriesgándose a lo sumo un intercambio de miradas.
Ronaldo siempre decía: “Quiero dar mi vida, derramar mi sudor y mi sangre por el amor de la Iglesia y de los jóvenes”. Esto se cumplió de manera muy concreta el 17 de febrero de 1995, cuando regresaba de un viaje misionero. Murió en un accidente automovilístico a la edad de 24 años.
Con la muerte de Ronaldo la Comunidad Shalom, todavía en sus primeros años, se sumergió en el misterio del dolor. Sus miembros comenzaron a entender, según el fundador Moysés Azevedo, con más fuerza el sentido de la eternidad.
Todavía hoy, personas del mundo entero son alcanzadas por la fuerza de la vida de este joven que supo abandonarse totalmente en las manos de Dios.
(…Porque vivió violando su corazón y muriendo para sí mismo, Ronaldo fue digno de morir como mártir, en una misión, en un momento en que, ciertamente, el Dios que lo ama, tuvo que violar su propio corazón para tenerlo con él. Hoy, su vida y su muerte nos señalan, con gran alegría, que es un tiempo de amor, valentía y renuncia, porque el tiempo es corto y el cielo, bueno, el cielo está pronto – Emmir Nogueira)

"Dios llama a los jóvenes cristianos a dejar su cómoda vida, a salir de sí mismos, a lanzarse al mar como valientes pescadores. El mundo anhela ser rescatado por nuestras redes. La misión de evangelizar a otros jóvenes pertenece fundamentalmente a los jóvenes."-Ronaldo Pereira

"Mi mayor deseo es entregar mi vida a Dios, la Iglesia y los jóvenes"-Ronaldo Pereira




(Ronaldo con Moysés Azevedo, el fundador de la Comunidad Católica Shalom)


(Ronaldo y San Juan Pablo II)




(Ronaldo con la cofundadora de Shalom, Emmir Nogueira)


(Ronaldo en su viaje a Europa, Asís)

Ronaldo Pereira

 

Ronaldo Pereira fue un gran regalo de Dios para nuestras vidas y para la Comunidad Católica Shalom. Conocí a Ronaldo cuando tenía 18 años.

Era un joven lleno de vida, de disposición. Su mirada brillaba, y eso era algo que me llamaba la atención. Sus ojos tenían un brillo de vitalidad. Tuvo su experiencia con Jesucristo, que transformó su vida y toda su juventud. Antes fue un joven que vivió todas las dimensiones ricas, abundantes y desafiantes de esta etapa.
Tras su experiencia con Jesucristo, una de las cosas que llamó la atención de Ronaldo fue su ardor. Era un joven de ardor, un joven que oraba. Su vida de oración llamó la atención. Ya sea en casa o en la capilla, le gustaba pasar tiempo con Dios. Y eso hizo toda la diferencia en su vida. Hizo brillar sus ojos y, más que eso, le dio un deseo ardiente de seguir a Jesucristo incondicionalmente.
Durante su proceso vocacional, estudió en la universidad, trabajó, atendió la empresa de su padre. Estaba en buenas condiciones financieras. Tenía un coche. Tenías sus proyectos de vida. Pero durante su camino vocacional, la voz de Dios comenzó a sonar fuerte.
Surgió el deseo de una mayor entrega. El deseo de una mayor oferta. Durante este período, pudimos hablar y orar juntos. Hasta que pidió unirse a la Comunidad de Vida y recibió un discernimiento favorable.
Unirse a la Comunidad de Vida fue un desafío muy grande para él. Muchos no entendieron ese llamado y se preguntaron: "¿Cómo un joven como Ronaldo, lleno de expectativas de vida, de carrera profesional, con responsabilidades en la empresa de su familia, con futuro brillante va a dejar todo?”
De repente, alguien mucho más grande y, de una manera increíble intervino en su vida y puso en su corazón el deseo de dejarlo todo para seguirlo. Recuerdo que fue una decisión fuerte y que tuvo consecuencias para él.
Algunos de sus familiares no entendieron su decisión. Pero tuvo que tomarla, a pesar de la incomprensión de muchos.
Incluso con el corazón herido, sus ojos no dejaban de brillar y su sonrisa no se desvanecía. Su corazón estaba anclado en Dios. Por la gracia de Dios, los dolores y desafíos se transforman en alegría. Su sonrisa abierta y franca no era artificial. Era algo que venía de Dios.
Se incorporó a la Comunidad y, poco a poco, asumió su misión. Uno de los dones de Ronaldo fue su capacidad de trabajo. En la dimensión administrativa era muy organizado, pero no perdía la dimensión del Espíritu, tenía una visión muy sana de la evangelización.
Otra característica suya fue la parresia, el deseo y la audacia de evangelizar. Esto ya ardía en su corazón por la fuerza del Espíritu y la fuerza del Carisma. En este deseo de llegar a los que están lejos, tuvo el deseo de evangelizar a los jóvenes.
Asumió el Proyecto Jóvenes, la coordinación apostólica, y así Dios lo constituyó en referente para la Comunidad. Creció una amistad y una confianza mutua entre Ronaldo y yo. Se estaba construyendo una relación en Cristo ya a favor de la misión. Como persona que lo acompañaba, pude escuchar varias veces su deseo de una vida entregada, no centrada en sí mismo.
En Ronaldo pudimos encontrar a una persona que vivió el Evangelio, que dice “el que quiera ganarse la vida, la perderá, por amor de Dios y de los jóvenes".
Recuerdo a Ronaldo diciendo que, si era necesario, derramaría su sangre por amor a Jesús, a la Iglesia y a los jóvenes. Y eso fue exactamente lo que sucedió en un accidente, cuando regresaba de una misión en Natal (RN), tenía a Ronaldo en mis brazos. Lo llevé al hospital. Y su ofrecimiento de vida fue consumado.
Su muerte trajo un gran dolor a la Comunidad, pero una vitalidad impresionante. En verdad, quien da su vida hasta el final se convierte en fuerza de resurrección.
Ahora disfruta de esta realidad plena de contemplar el rostro de Jesús. Tenemos la esperanza de que ganó el cielo y que sigue trabajando por los jóvenes. Sigue siendo un signo para los jóvenes. Quien da su vida la convierte en algo más fuerte que la muerte. Su vida está unida a Jesús y llega a todo el mundo, llega de manera misteriosa, como un gran signo de un joven que vivió en plenitud con Jesús, dándose y ofreciéndose.
También es una señal de que vale la pena. Hay muchos desafíos, dolores; a veces no entendemos nada, pero si perseveramos hasta el final, vale la pena. Vale para mí, para él. Vale la pena para ti.
Alabamos a Dios por la vida de Ronaldo y por su Pascua. Creemos que a través de él, Dios llama a muchos otros.
Moysés Louro de Azevedo Filho (Fundador y moderador general de la Comunidad Católica Shalom)